Pequeños cambios, grandes diferencias
¿Quieres mejorar tu alimentación pero detestas la palabra “dieta”?
Para lograrlo, olvídate de la palabra dieta y comienza a pensar en estilo de vida.
- Desayuna. Pase lo que pase, tengas mucho o poco tiempo ¡desayuna! y si no “te entra nada por las mañanas” comienza poco a poco. El desayuno es la comida más importante del día.
- Mantén horarios regulares de comida. Dejar de comer no ayuda a reducir los excesos, por el contrario, provoca un efecto rebote e incrementan nuestro apetito para la siguiente comida.
- Come en platos pequeños. Platos grandes, porciones grandes.
- Permítele a tu cerebro registrar saciedad. Evita comer con prisas y no lo hagas mirando el celular, la televisión o la computadora.
- Come despacio. Mastica por lo menos 15 veces cada bocado.
- Procura dejar un poco de comida en el plato.
- Huye de las comidas tipo bufete.
- Evita compras de mayoreo en tiendas de descuento que te hacen tener en casa productos paquete ricos en calorías (frituras, galletas, helados, pastelillos, etc.).
- Di no a las porciones jumbo.
- Siempre lleva contigo colaciones saludables (pepinos, zanahoria, jícama, manzana, barras de cereal con bajo aporte de azúcar, frutos secos, etc.).
- Limita el consumo de bebidas azucaradas, de esta manera podrás reducir hasta el 25% de tu ingesta calórica.
- Incrementa el consumo de agua simple (de 2 a 2.5 litros por día).
- ¡Muévete! Busca la manera de incrementar la actividad física.
- Sobreestima tu fuerza de voluntad.
Pequeños cambios, grandes diferencias. Sé paciente y recuerda que una correcta alimentación no tiene porque ser aburrida y mucho menos restrictiva.